lunes, 26 de julio de 2010

Vicios

Vicios ocultos.
Eso dicen algunos contratos.
Suena a saña, mala fé. Falta de caballerosidad.
Si. Romper un pacto entre caballeros.
Suena a mil y un cosas.

Pero los vicios.
Tengo un vicio perfectamente visible de ti.
Que no hace el menor esfuerzo por mantenerse oculto.
Es cínico y descarado.
El vicio de escribirte.
Ya no me importa sentirte o no.
Pero sigo preguntándome siempre
¿sentirás?
Tal como una vez tu lo preguntaste.
¿sentirás, tu, lo que yo siento?

Tantas cosas sin sentido, que ahora son insensibles.

Necesito un vicio.
Pero no como el tuyo.
Otro.
Que me haga despegar...manteniendote a ti para usarte y que me uses tu también con mis palabras...
(¿es eso un vicio oculto?)

martes, 13 de julio de 2010

Que alguien me explique

¿Cómo es que de un momento a otro una presencia sale del alma, de la vida, sin dejar rastro alguno?
No entiendo.
Parece que así como de repente se cae enamorado, sin previo aviso, tal vez...bajándote de la cama un día, así, igual, el enamoramiento se desintegra.

Así pasó.
En el momento de la verdad, en vez de llorar amargamente sabiendo que estaba enamorado de una mujer, la liberación se apoderó de mi cuerpo y alma.

Y ya han pasado muchos días...Los primeros esperaba el tropezón de bruces al suelo, la caida inminente...
Hasta que pasaron más y más días, y al contrario de la caida, era una elevación cada vez más alta, flotando en una constante paralela a las nubes y a las rayas del asfalto...
Y otro día, y otro, hasta que se sumaron varios...
Y otros más.
Sin necesidad de que llegara otro personaje a ocupar ese lugar en el alma, entre las auroras boreales...

La conclusión es una sola:
Estaba en un error. No fué enamoramiento...fué encaprichamiento...
(y hay un mundo de diferencia entre una y otra...)

Que la paz sea con mi alma y cuerpo...porque la guerra está en el suyo, y es constante e infinita según parece ser...
(Mago..., me gustaría poder hacerte magia para que no sufras, porque la tuya es un alma en pena...)

miércoles, 30 de junio de 2010

Aurora de verano

Se acaba el mes y salgo antes del amanecer.
Azules plumbago, blancos en gris pesados de lluvia con rocío y grises con toques azul marino.

Y al tomar la avenida, parece como si Dios, de un día a otro, hubiera tomado el Sol con la punta del índice y el pulgar y lo hubiera movido a la izquierda además de haberle dicho: puedes tomarte una horita mas de sueño...los niños ya están por terminar la escuela, los jóvenes estarán empezando a suspirar por un amor de verano, y los mas grandes a sonreir pensando en ese amor que siempre quedó en su corazón.

Así que en verano, todos podemos tomarnos las cosas con calma amorosa y largos suspiros.
Robar algún beso, o suspirar por ese otro.
Podemos sentarnos en nuestro sillón favorito frente a nuestra ventana favorita con jeans, un sweater, calcetines y un té a ver la lluvia de todas las tardes, furiosa tratando de limpiar amores que comenzaron a nacer durante el día.

O.
Salir a empaparnos, para regresar a hacer el amor con ese amor de verano.
Besos mojados.
Besos frescos.
Besos adolescentes a cualquier edad.
Manos nerviosas.
Piernas inquietas.
Abrazos que aman.
Mentes a mil.
Futuros que duran un solsticio.
Recuerdos que se quedan hasta siempre.

lunes, 21 de junio de 2010

Tres meses


Pasaron tres meses.
Y hoy a las 7:10pm, me dijo la recepcionista: "¿veinte de septiembre a las 7:00pm?"
Me reí y le contesté: "si sigo viva, aquí nos veremos"...

Y así pasa ahora cada tres meses que voy a la depilación definitiva.
Anoto la nueva fecha en mi agenda, en esas hojas lejanas del listón rojo que separa la semana actual.

Y me acuerdo de ese día en La Guadalupana tomando unos vodkas mandarin no tan pretenciosos como con Monsieur Cluny con Ramón y mis amigas, que venía saliendo de la cita que dura cuando mucho tres minutos (mas tardo en llegar, desvestirme, ponerme los lentes espantosos para que el laser no me lastime los ojos, el riguroso chit-chat con la mujer depiladora que me dice siempre: vienes estresada o estás hormonal, por eso te duele...), y les decía en medio de risas...
"¿qué pasará en tres meses, para mi siguiente cita?, es como para escribir una historia trimestral de mi vida"

Hoy, medio tenía ganas de llorar, y pensé en aprovechar el pinche dolor del laser que duele mas que hacerte un tatuaje y soltarme como Magdalena...
Solo retorcí piernas y axilas en lo que me hacían el chingao brazilian bikini, y las axilas...
Y el bigote.
Ese nunca me lo pudieron depilar. Entre las pecas se esconde y "el laser no lo registra".

Así que ahora, hoy, sé qué ha pasado los tres últimos meses...
¿qué pasará para el veinte de septiembre?

viernes, 18 de junio de 2010

El crucero de San Javier


Pues si.
Ahí me quedé parada el domingo para salir.
A pie de carretera, en un silencio selvático solamente interrumpido por una música que no venía de tan lejos.
Dos perros a media carretera.
La música venía de un templo, -protestante como todo en Chiapas-, que yo no podía ver.
Sentí como si estuviera detenida en la dimensión desconocida.
Suspendida en medio del tiempo, en medio de un cruce de carretera donde la combi se detiene porque hay un tope y te pregunta el chofer "¿a dónde va?"

Mientras la estación de policía está vacía, y los perros se pasan de un lado a otro de la carretera, sin inmutarse por esa música que parece que toca para nadie en medio de la nada...

Esta es la perfecta definición de la dimensión desconocida.
Lástima que solo los perros y yo estuvimos allí.

viernes, 11 de junio de 2010

Ya me imagino

Bajando de la combi para caminar al campamento.
La bolsa, la backpack, el paliacate, los tenis...
El libro, el cuaderno de secretos.
El ipod para...

Desconectarme (siento que mi hermana no soporta cuando digo ésta palabra)
Que la selva me hable.
Desde dentro, desde las raíces.
Desde donde no me imagino.

Super intento de fresa. Bajándome de la combi, en el crucero de San Javier...
¿pa donde era, pa la izquierda o la derecha?
(uta madre...por eso debí haber puesto atención siempre, en la otra vida, cuando era como hija de familia)

martes, 8 de junio de 2010

Hoy

Hoy quisiera dormir muchos días.
Y despertar y encontrar todo arreglado.
Que un mecánico entre en mi corazón: lo aceite, le cambie tornillos, lo ajuste, le haga servicio completo...(de ninguna manera cambiarlo, no está desbielado)...

Nunca había llorado lágrimas débiles. Rendidas.
Hoy lo hice.
Llorar sin ganas, sin energía.
Es la peor forma de llorar. Sin personalidad, sin fuerza.
Derrotada...

Mi esperanza se centra en que mañana es otro día.
Mañana, cuando salga, veré un amanecer que por un segundo me hará olvidar todo esto...

Y el valor de esos segundos, no tienen precio que pueda pagarse...

Y en dos días, la selva, -como dice mi amigo Chino-, me hablará desde sus entrañas. Y me guiará con sus lianas.

Y espero, que mañana, esa fuerza que siempre tengo, amanezca conmigo.

Es mi único deseo por hoy...
No es tan difícil. Digan que no. Todos, digan que no.

Que los Druidas y las Gitanas me acompañen en silencio, y me enseñen a cuidarme...

martes, 1 de junio de 2010

El clan se parte...once again


Y deberíamos estar acostumbrados ya.
Pero siempre queda el retrogusto amargo-ácido-bilioso-tristozo...
Pero ¿pues que le hacemos?
Me pasa como con la depilación definitiva.
Cada vez que llego al laser, me tardo no más de cinco minutos, y cuando salgo a recepción me dicen: "le toca en tres meses"
Y me pregunto ¿qué chingados será de mi en tres meses? es una eternidad. Tal vez esté perdidamente enamorada. Tal vez quebrada. Tal vez rica. Tal vez decepcionada. Mas o menos gorda. Triste o cínica. Feliz o eufórica.
¿viva???
Siempre es la última palabra que pienso con sus dos "v"s...

Lo mismo pasa cuando el clan se disgrega otra vez teniendo de por medio el Atlántico y su corriente caliente del Golfo de México...

¿cómo me verán la siguiente vez que nos veamos?

Feliz, muy feliz.
Eufórica y enamorada de la vida.

miércoles, 19 de mayo de 2010

La fuente de los deseos


Estoy sentada en la banqueta de mi edificio.
Pensando y recordando.
Fui a la inauguración de la fuente de los deseos.
Me reí con mis hermanos, tome vino, comí muchos
merengues con frambuesas.
Iba entaconada, con mi rebozo de seda oaxaqueño
que tanto me gusta y mi cruz de Brigida en el cuello.

Y al salir de ese edificio que tanto ha significado
para mi familia durante generaciones, me topo con una
sonrientísima luna en cuarto creciente a la que le
sonrío de vuelta y me siento feliz de habértela
regalado un día porque es tan clara y honesta
e ilumina tan bien los caminos desde el cielo.


Y siento que estoy empezando a encontrarme...
La energía en mi cuerpo y alma se empieza a
mover de tal forma, que me gusta...

Eso le pedí a la fuente de los deseos la ultima vez
que estuve allí.
Ese día que todavía seguían arreglándola para que
quedara tan bonita anoche, ese día que la
ví sola con mi papá, y la fotografiamos antes
de anoche...
Para que todos los mortales, como yo soy siempre,
aunque a veces me sienta otras cosas,
pudiéramos pedir deseos que nos hicieran sonreir.

domingo, 9 de mayo de 2010

Flor


Flor dijo que soy una hechicera.
Pero como soy principiante y tenía cierta ceguera temporal, no me había dado cuenta de eso.

Hay cosas con las que simplemente no comulgaba. No les abría la puerta ni por equivocación. Vedadas de nacimiento en mi mente. Prohibidas por mi esencia.

Pero Flor me dió la llave y me dijo: "Usala como quieras y cuando quieras, yo estoy aquí para enseñarte, y lo haré aunque no has querido que lo haga hasta hoy"

Y entonces entré de lleno en la Noche Oscura de San Juan de la Cruz:

En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía

ni yo miraba cosa,

sin otra luz ni guía

sino la que en el corazón ardía.

Esa fué el primer cuarto de vuelta de la llave que me dió Flor.
Esa noche oscura, cuando no sabes si la Luna acaba de menguar o empieza a nacer, a crecer.
Así de oscura, es esa noche oscura...
Pero, termina al día siguiente, con la Luna empezando a crecer.
Y entonces deja de ser oscurísima.

(Flor es otra hechicera. Mas poderosa que nadie por el simple hecho de ser dulce y calmada. Estar en paz, y solo querer que el mundo entero esté en la misma paz que ella.)

lunes, 3 de mayo de 2010

El número 4


Domingo, y estoy parada en el quicio de la puerta. Tengo la reja negra, fuerte y elegante que mandó hacer el artista de los ojos azules para tener mas seguridad a mi espalda.
Veo al frente, el edificio, luego la calle, y terminan mis ojos en la banqueta. Escucho las campanadas de una de las cientas iglesias que rodean el número 4 de esta calle.
Siento el sol, y me transporta en brincos a las mujeres que me dieron vida. Seguramente, al menos una mujer en cada una de estas generaciones, al menos una, hizo lo mismo que yo algún día: pararse en el quicio de la puerta, una media mañana de primavera, con el sol pegando en la cabeza, viendo la banqueta, la calle, y el edificio de enfrente.
Ahora es diferente: hoy domingo la calle tiene coches estacionados en paralelo a ambas banquetas, entre ellos el mío. Los franeleros apartan lugares en la calle con carcasas de computadoras viejas. Hasta con el pedazo roto de un escusado.

Todo esto pasó en segundos, todo vino a mi mente, en ese momento de paz acompañada de sol, de campanas, de vista y de presencia de otras vidas. Él me llamó dentro, y yo, sacudí las manos en el mandil que traía puesto, -tal como el de mi sueño del otro día-, y me sacudí éstos pensamientos, aunque en ese instante me arrepentí y detuve las manos a la altura de los iliacos: "¿por qué tengo que abandonar esos pensamientos?, puedo seguir trabajando en el taller, sintiendo todas esas vidas, todas esas presencias, a todas mis mujeres".

Cerramos puertas, ventanas, cubrimos con una tela negra cualquier presencia de luz.
Y revelamos el día anterior.
Hicimos magia.

Y en una foto, la gran mujer de los ojos verdes de Diosa enamorada, me capturó en el edificio de enfrente, sonriéndole a todas las mujeres que me veían desde el quicio de la puerta del número 4, sonriéndome igual.

viernes, 16 de abril de 2010

Ajá


De la RAE

ajá.

1. interj. coloq. U. para denotar satisfacción, aprobación o sorpresa.


Mi amiga, la consultora sentimental y sexual por excelencia, de placeres y de tristezas, de ritos, conjuros y banalidades, que sabe que es mi hermana por elección en ésta vida, la única de la que estoy consciente, y ella también, dice que ocasionalmente debemos tener "Momentos Ajá".

Ella los tiene en la regadera mientras se lava la esponjosa cabellera. Y luego diseca el Ajá, lo racionaliza, lo somete a juicio, dá un veredicto, lo procesa y lo traslada a la realidad y lo reacomoda en su presente y lo adapta a su futuro.

Ayer en la noche, aunque aún era de día, tuve un momento Ajá que me llegó en el coche estacionada en la calle de Ave María mientras escuchaba "Dream a little dream of me".

(Esto de los sueños no me ha dejado en paz los últimos tiempos que han sido breves cuatro dias y parecen dos siglos).

Mis filosofías se han basado en el no esperar nada y sorprenderme de todo. Pero ayer el Ajá, que me duró aproximadamente veintidós segundos, me dijo que no podía contigo, que me rebasabas acompañado de una especie lágrimas atoradas que no sé si me subían del pecho o me bajaban de los ojos hacia un lugar desconocido que creo suponer es el alma.

No puedo inspirarme con algo inasible aunque tenga otras vidas haciéndolo. No puedo si no es algo tangible, algo pequeñamente real.

(tengo que procesar y someter a juicio si ese es el punto de inspiración, porque quiero extrañarte y ya no te extraño, quiero recordar tu cara y solo recuerdo pedazos)

Es por eso que las Diosas no deben tener relaciones de ningún tipo con los terrenales, aunque estos se piensen o se crean la conexión de la tierra con las Diosas del Universo.

La Diosa siempre sale mal librada de esos asuntos.



jueves, 15 de abril de 2010

Los pies sobre la tierra

Su visita diaria era el parteaguas entre la mañana y la tarde.
Llegaba dando pasos tan firmes que parecía que la arena no se sentía merecedora de sus pasos.

La Yeya es una hermosa y grandiosa mujer. Es una mujer a la que la misma vida le brinda respeto y admiración.
Llega con una palangana desbordando camarones y mejillones a prepararnos platos y platos con docenas enchiladas de unos y otros mientras platica sin parar.

Y sin previo aviso, se sentaba en una silla a fumar un cigarro y tomar una coca cola light. Su celular sonaba de repente con un pitido infernal a decibeles increíbles. Y nos contaba historias del mar y de la playa. Y hubo una que me sacó carcajadas.

Cuando estaba muy barrigona de su hijo de veintidos años, se metió al mar y una ola la aventó y casi le saca al niño. Lo que si perdió con esa ola fué una larga cadena de oro con un dije que su esposo le regaló el día de su boda que decía: Eve Discoteque Acapulco.

Dos meses después, el mar subió y subió, y trajo muchas cosas a la playa.
Yeya dice que siempre trae oro y dinero. Todo lo que se les cae a los clientes.
La mamá de su amiga, la que vende pareos, encontró una cadena que tenía un dije que decía: Eve Discoteque Acapulco.
Se la quedó porque se la encontró en el mar.
El mar se la regaló.
Aunque dijera Eve Discoteque Acapulco y tuviera la misma cadena que a La Yeya le colgaba unos meses antes.

Todo esto lo platicaba mientras yo no dejaba de mirar los tatuajes que tiene en la enorme pierna derecha y debajo del cuello, y las cinco o seis perforaciones en cada oreja con aros, diamantitos y oros multicolores.

La Yeya, camina con los pies bien puestos sobre la tierra. Ha hecho lo que ha querido con la vida, y por eso la vida la respeta.
La Yeya es dueña y Diosa de su playa.

Me regaló historias, me regaló sonrisas, me regaló una bolsa por mi cumpleaños, me regaló abrazos y me regaló un "te quiero" cuando me despedí de ella vía celular con un mensaje.
Un "te kiero", moderno, jovial y cariñoso desde el fondo de su corazón de Diosa.

Quiero ser como La Yeya, y caminar con los pies bien puestos sobre la tierra.

Pero cuando lo veo venir, lo siento y lo presiento, no puedo mas que empezar a caminar de puntitas.
El cielo y la Luna y las nubes me empiezan a llamar.
Aunque sea solo la punta de los dedos la que quede bien puesta sobre la tierra.
Con esa basta para no perder la razón cuando se me empieza a dibujar una sonrisa en espiral en la cara.

miércoles, 14 de abril de 2010

El sueño en la realidad


Los deseos están hechos.
No dejaré de ser Diosa.

Shakespeare me lo dijo hoy en la mañana cuando despertaba a mi lado:

"Let me not to the marriage of true minds
Admit impediments. Love is not love
Which alters when it alteration finds,
Or bends with the remover to remove:
O no! it is an ever-fixed mark
That looks on tempests and is never shaken;
It is the star to every wandering bark,
Whose Worth's unknown, although his height be taken.
Love's not Time's fool, though rosy lips and cheeks
Within his bending sickle's compass come;
Love alters not with his brief hours and weeks,
But bears it out even to the edge of doom:
If this be error and upon me proved,
I never writ, nor no man ever loved.
"

martes, 13 de abril de 2010

El sueño inventado


Mientras veías las olas ir y venir, y yo te miraba el perfil, me contabas otra vez la historia de nuestras cuarenta y nueve vidas.

Decías que en una vida fuimos felices. En otra no dejamos de estar tristes. Hubo una en la que te maté de una cuchillada en el corazón y otra en la que me envenenaste con mejillones que tu mismo habías pescado. En otra nos lloramos por veintidós años. La vida mas larga que tuvimos fue hace tres siglos por tres en medio de un frío bosque. Ese bosque donde hay árboles tan altos donde puedes trepar al cielo y tocar las nubes.

Esos árboles de donde me ayudé a bajar de la Luna una noche que sentí que me llamabas.

Tu halcón llegó volando y me dijo que buscabas a una Diosa con espirales y esas eran mis marcas de nacimiento. Y yo no lo pensé dos veces, ni regresé a despedirme de mi Luna, sabía que de todos modos me cuidaría aquí abajo, de donde salen las raíces de estos, tus árboles.

Desde entonces, durante muchas vidas, hemos estado juntos.
Hemos pasado noches en playas y días eternos en bosques.
Hemos inventado colores.
Hemos sentido y creado palabras. Nos las hemos dicho al oído mientras con la lengua saboreamos una y otra vez nuestras pieles.
Nos hemos acariciado noches tan largas que en realidad han sido demasiado cortas.
Nos hemos besado en atardeceres que detenemos para que duren mas los besos.
Pero nuestros momentos favoritos siempre han sido los amaneceres, donde siempre detenemos un latido y una respiración el uno del otro.
Nos hemos soltado las manos por días enteros sin querer vernos siquiera, nos hemos abrazado. Hemos llorado a la distancia, por otros, por nosotros, por nuestros pasados y por los futuros también. Por los hijos que tenemos que nunca han sido nuestros.
Nos hemos sufrido y extrañado a nuestra manera, nunca igual, siempre cambiante porque somos enemigos de las monotonías.

Siempre libres. Como Diosa y como Druida.

Por siglos.

Hemos hecho y vivido todo lo que se necesita para amarnos, pero nunca, en ninguna de nuestras vidas, lo hemos hecho.
Nos hemos tenido miedo. Así hemos creído sentir felicidad.

Pero, seguías diciéndome cuando llegaba la ola mas grande, la novena ola: si tu lo conjuras a la Luna, que es tuya y de nadie mas. Si haces el rito de cada veintiocho días, y lo deseamos desde el fondo de nuestras almas, podremos amarnos.
Y eso solo será si decidimos dejar de ser Diosa y Druida, para pasar a ser simplemente mortales.
Pero somos tan petulantes, que nunca dejaremos de ser Diosa y Druida, por todas nuestras vidas. Por todas nuestras eternidades juntos. Siempre.

lunes, 12 de abril de 2010

Lea


Lea tiene once años.
Es una niña-mujer-franco-catalana, que nació en Suiza (tiene alma suiza, dice su padre), vivió en Shangai y ahora en México. En un año estará viviendo en la India.
La conocí y me sedujo.
Me hubiera gustado ser como ella a su edad. O tal vez ya no lo recuerdo, y yo era como ella a su edad.
Tiene nombre de princesa, pero no le gusta que se lo digan.
Tiene ojos con expresión de reina, y en el fondo lo sabe.
Tuvimos varios acercamientos, breves pero intensos. Me preguntaba cosas importantes y otras no tanto. Sabíamos, sentíamos que había esa conexión invisible entre las dos.
Bajaba al mar, a las olas y ella me acompañaba. Las mirábamos, las sentíamos, y a veces cruzábamos algunas ideas.
Además, se enamoró secretamente de mi hijo.

De todo lo que platicamos, hay algo que quedó grabado en mi memoria. Me lo dijo con ese acento que ni es catalán, ni francés, ni suizo, pero que intenta ser mexicano:

"Mira, yo no se que ha pasado. Yo recuerdo cuando era pequeñita, que veía a mi papá enorme. Y cuando me cargaba, sentía que el espacio entre el piso y yo, era inmenso, y nunca sentí que me fuera a caer...Pero ahora que he crecido, la verdad es que no sé si lo que ha pasado, es que mi padre se ha encogido..."

No le respondí, solo le sonreí, y toqué su cabeza, realmente habiendo querido abrazarla y reírme con ella de sus crecimientos, tan incomprensibles para ella, a sus once años.

domingo, 11 de abril de 2010

Lluvia


Llego y llega la lluvia conmigo. Fugaz como la estrella que ví hace dos noches, lenta, cruzando el cielo.
Llego y me topo con la realidad que dejé olvidada.
Todavía no entra de lleno a mi, pero me está llamando quedo.

Y, aunque todos los recuerdos y memorias recientes están bajo llave, la tuya quiere salir.

Me sigue llamando, y la verdad, es que hago como que no escucho.

sábado, 10 de abril de 2010

Volar papalotes


Días de sol. Días nuevos. Días diferentes. Días de una nueva vida: llena de sol, de nuevos amigos y viejos amigos.
Días de hacer hoyos infinitos en la arena queriendo que lleguen a Shangai, pero que las olas revolucionadas a mil deshacen en segundos.
Y volver a empezar.
Días de reencontrar a dos hombres en esta nueva vida. Y reencontrarlos de forma revolucionada como las olas. Y también suavecito, sin obligaciones, simplemente acomodándonos, ellos conmigo y yo con ellos. Los dos hombres de mi vida hasta el día que deje de respirar.

Y uno de esos días, la GranD me reinventa como una sirena, y la encuentro yo como una princesa dulce por dentro envuelta en una coraza de femme fatal de los años treinta, acompañada siempre por su gran guardian con cara de bondad.
Días en que la Gran Yazmin, con su frágilisimo y tatuadisimo cuerpo no hace mas que mostrarme su grandísimo corazón.

Y días de volar papalotes. De encontrar una nueva pasión de una tarde. De dos o de tres. De volarlos, o ver a los hombres de estos días de sol volándolos. De sentirlos tensamente en el aire. De tener que jalar el cordón cuando empiezan a dar vueltas en picada. Con el sol poniéndose detrás.
Con figuras que te ven con sus ojos de nailon desde el cielo, donde quisera por un segundo cambiarme por esa serpiente oriental, que ella me dirija desde el suelo, y yo verla desde el cielo.

Los días de la nueva vida, son dias que parecen no terminar, sino convertirse en uno largo, que dura una eternidad que tiene varias noches, amaneceres y atardeceres de por medio.
Con un kit para los cuarenta. Pero poco a poco.

jueves, 25 de marzo de 2010

Agua


Aqua quebrantadita, decía mi abuelo: quería decir simplemente agua tibia.
Con esa agua tomaba sus miles de medicinas.
Doña Mela hervía agua, y completaba el vaso con un chorrito de una jarra que estaba en una repisa, junto a otra del mismo tamaño que tenía siempre agua de limón con chía.
Desde entonces, casi puedo jurar que he bebido dos, o tres veces agua de limón con chía.

Agua de lluvia. Como la que quiero algún día ecológicamente guardar en alguna azotea de alguna casa que sea mia, mia, mia. Con un jardín con hierbas de olor y hortalizas para regar con una regaderita de hojalata. Para en el verano, con lluvias, ponerme unas botas de plástico tan ridículas como esas que venden los gringos en Target, que siempre he querido comprar y nunca lo he hecho: blancas con catarinas, o verde claro con ranas verdes oscuras, o rosas con corazones rojos, o azules con gotas de lluvia en azul marino.

Agua de vida. Eau de vie. Como una botella que hubo durante años en casa de mis papás, en un mueble con otros licores extraños, que tenía una pera dentro. Era muy francesa, traida por mi mamá alguna vez, y por mucho tiempo nadie quiso beberla. Estábamos todos maravillados con la pera dentro. Sentíamos que si alguien la abría, un encanto se iba a romper, o una maldición se iba a conjurar tal vez.
Finalmente, algún adolescente de los cinco, o probablemente los cinco, y mi papá, y mi mamá también, bebimos esa agua de vida con una pera dentro.
Y no recuerdo que haya sido algo exqusitamente inolvidable.

El agua de los domingos. Esa tan azul, que me toca, me abraza, me hace reir. Me pone feliz. Donde lo que mas me gusta es nadar como Omar dice, "nado en estado zen": sin hacer ruido al bracear, ni al patear...Como caminar de puntitas, ahogándote la risa cuando alguna vez llegaste tarde, sin permiso, con una deliciosa borrachera quebrantadita de alcohol, de diversión, de vida. Así.
Como el agua azul primavera. Como el agua azul, en la que de un clavado ves mil rayos de sol, y la mirada de los árboles que la rodean, y sientes alguna nube perdida por el cielo que está tan perdida que no se vé por ningún lado en un cielo igual de azul que el agua.

Primavera


En primavera las tardes se vuelven de todos colores. Los amaneceres dorados y blancos, tan fuertes, tan intensos, que parecen pornográficos.
Las bugambilias y las jacarandas a punto de explotar. Cargadas, pesadas, abrumadas con tantas flores.
Me marea la primavera. Me pongo celosa de todos sus olores, sabores y colores.
La luna se vé mas presumida que hace un mes en invierno.
Mas petulante, diría él.
Si. Casi como una diosa, digo yo.
Solo casi. Y solo un poquito mas.
La primavera: diosa omnipotente, dice mi poeta favorito...ese, que quisiera fuera mi amante y me recitara al oido, quedito, todas las noches, un solo verso. Uno solo.

lunes, 1 de marzo de 2010

Otro hoy

Y hoy, tengo taquicardia de ti.
Desacompasada
Inquieta
Muriendo
por tu respirar

jueves, 25 de febrero de 2010

Hoy

Para no extrañarte me hundo en tu abrazo ausente.

lunes, 22 de febrero de 2010

Nuestro


Fue ese momento esperado, al que no le pusimos nombre, que sigue sin nombre, y que llegó.
Y ahora solo hay que cuidar el no pasar la delgada y peligrosa línea.
A esa, a la que tu y yo, le tenemos miedo y no lo decimos.
Esa línea a la que llegas en un parpadear, en un voltear, en un respirar, sin darte cuenta.
Por mas que trates, pongas tu energía entera para no hacerlo, es algo que no puedes controlar.
Aunque tu quieras controlar el mundo entero.
El sentir no se controla.

martes, 16 de febrero de 2010

e.e. cummings

If freckles were lovely, and day was night,
And measles were nice and a lie warn’t a lie,
Life would be delight,-
But things couldn’t go right
For in such a sad plight
I wouldn’t be I.

If earth was heaven, and now was hence,
And past was present, and false was true,
There might be some sense
But I’d be in suspense
For on such a pretense
You wouldn’t be you.

If fear was plucky, and globes were square,
And dirt was cleanly and tears were glee
Things would seem fair,-
Yet they’d all despair,
For if here was there
We wouldn’t be we.

miércoles, 10 de febrero de 2010

La noche

Cuando nacieron los niños, las tías, las abuelas, las vecinas, todas lo decían...Y yo no lo creía...
Los niños, al caer la tarde, justo cuando se mete el sol y salen la luna y las estrellas, no saben que pasa. Perciben justo ese instante...Ese que me decías, cuando el día se pierde en la noche.
La hora cero decían mis amigas.
La hora del baño, de la merienda, de las hojas de lechuga en la tina, de la leche tibia, de la avena gerber en la mamila con la fórmula. Las gotas de lavanda en la almohada para que caigan rendidos. La hoja de lechuga debajo de la almohada igual...Que ya no coman dulces, -nada de azúcares, chocolates-, para que no se exciten...
Seguí todos los remedios recomendados y otros inventados: el cuento, el piojito, las caricias en los cachetes, en la frente, el mameluco calientito, la cobija especial, el oso diferente a todos, la música de Mozart, la de clásicos para bebés.
La realidad es que detrás de ellos caía yo rendida, a las siete u ocho de la noche...
Pero ahora, años después, muchos años después, la que se inquieta al caer la noche soy yo.
No porque no me guste la oscuridad, las estrellas, los misterios, los secretos y los silencios que trae consigo...
Sino por los insomnios que me atacan. Por abrazar el vacío.
Empiezo a querer hablar con alguien, a no escuchar cierta música que me pone nostálgica, a querer un abrazo, a estar con alguien, alguien que me distraiga de ese momento...
Estar con ti, con mi...
¿Dónde estás?

martes, 9 de febrero de 2010

Y fué


A las dos de la mañana en medio de un insomnio gris y negro y silencioso...
Y fué cuando amanecí, y a las dos de la tarde, y ahora mientras te pienso, a las nueve y veinticinco de la noche.
Y fué a cada una de esas horas, y lo será otra vez a las dos de la mañana que te extrañé, te extraño y te extrañaré. En medio de otro insomnio al que ahora le pondré color azul marino y azul cielo.
¿sentirás?

lunes, 8 de febrero de 2010

No sé


Me estoy envolviendo de ti (quise usar una palabra que no fuera tan formal como enamorando de ti)
...y no se ni siquiera a que sabes, a que hueles...
no se cómo son tus tatuajes,
no se si tienes igualmente tatuada el alma como yo de ti, con ti, en mi.

domingo, 7 de febrero de 2010

Y es que...

Pienso que tienes mi vida dentro de la tuya, o toda tu vida dentro de la mia.

Siento que entraste en mi camino, tomaste mi mano y simplemente comenzamos a andar juntos, sin preguntas y sin respuestas, sin conocernos, solo con leernos. No te pregunté nada, seguí mis instintos y mis sextos sentidos, mis intuiciones y no mis raciocinios. A esos los dejé de escuchar, y me gustó dejar de hacerlo.
Eso bastó. Para que entonces entraras de lleno en mis piensos y sientos. Para que pensara la mayor parte del tiempo que siento que me abrazas. Un abrazo permanentemente invisible, inasible, que de tanto sentirlo, ya no sé cómo se siente.

Y los quieros son tan simples pero parecen tan complicados.
No son quieros de otro mundo, nos son quieros imposibles.
Aunque digas que no siempre se tiene lo que se quiere.
¿pero, cuando son tan fáciles...tampoco son tan posibles?

Quiero abrazarte como siento que lo hago. Como imagino que quieres que te abrace, como tal vez lo deseas con ganas incontrolables. Como dos personas que se encuentran y con solo mirarse saben que se tienen que abrazar para sobrevivir. Desde el cuello acompasando la respiración con la tuya o la tuya con la mía. Y es tan fácil como complicado porque es como querer abrazar las nubes.

Y es que...
Siento que ves la luna al mismo tiempo que yo, pero pienso que no es así.
Que cuando yo ya dejé de verla, tu apenas estás decidiendo voltear los ojos al cielo para mirarla.

Pienso que no te veré otra vez.
Y siento que te miro todos los días con una cara inventada por mi, como los nombres de una sola letra, o el de dos, o el de todas tus letras, tan musical, tan petulante, tan redondo que también te he inventado y renombrado en otras mil formas con entonaciones y ritmos diferentes.

Y siento que te quiero, pero pienso que eso es imposible, aunque hubiera tres mil formas de quererte.

¿cómo puedo quererte si toda esta electricidad me la he inventado sola?

Y parece que te estás desintegrando en una máquina del tiempo. En esa que una vez ví en una película, donde se hacía polvo el que viajaba en ella porque salía en un tiempo equivocado. Te quiero tomar por los dedos y al tomarlos se deshacen en un instante tan rápido que no me da tiempo ni de sentirlos.

Y a veces quisiera que regresara ese tú, que en un brevísimo momento inventado me tuvo y tuve. Ese que me metió en sus sábanas y me abrazó logrando tal profundidad que se metió en los rincones de mi alma, tan mía, que quisiste hacer tan tuya.
Ese tú que no me seduce aún, que dice que en ningún momento lo ha hecho. Ese que me mete de repente una deliciosa daga en un lugar indefinido del cuerpo sin avisarme siquiera.
Ese que me piensa, pero que siento que quiere dejar de pensarme y de sentirme.

Ese que no está tan seguro de querer o simplemente no quiere querer, ni sentir, ni pensar. Tal vez está cansado. Poco inspirado. La realidad es que no tiene ninguna prisa y yo tengo toda la prisa del mundo. No quiero que se me vayan los segundos como se me han ido los últimos tiempos. No he aprendido a caminar aún, y ya estoy corriendo y pienso que tengo que frenar y siento que no quiero hacerlo.

Quiero ese simple abrazo que repito en el pensamiento, como tu hacías y me lo decías un día: "tu saliendo de tu vida, entrando en una nueva, soltándote de un abrazo y yo buscando uno".

Y ahora, cada noche, repito el mismo movimiento, tan mecánico y tan solo, para entrar en mis sábanas de algodón color fresa con pistache...Pensando y sintiendo que desde hace tiempo, quiero un simple abrazo. Un abrazo. Perderme. Vivir. Sentir. Soñar. Todo eso en un abrazo. Queriendo tu abrazo.

Y si... ¿Mientras yo me iba de una vida, tu entrabas en otra...?

Tal vez en un parpadear mio, en lo que me distraía con las nubes, con una gota de lluvia que me caía en la piel, con una estrella que me guiñaba el ojo, con una risa que soltaba y me dolía la panza de tan fuerte, te perdí de vista por un segundo, y tu encontraste ese eléctrico abrazo,lejos de ésta, mi galaxia?
Y por eso, en ese viaje en el tiempo, te equivocaste de salida por unos nanosegundos, y yo trato de asirme a tus dedos y se me desintegran.

Y es que...
Tal vez solo me queda suspirar, con media sonrisa en los labios queriendo pensar y sentir algo que simplemente he imaginado.
Pero algo, que me ha gustado sentir e imaginar.

El cielo en espirales


Perderme en el cielo forma parte de mis pasatiempos favoritos.
No puedo creer las cantidades infinitas y diferentes de nubes que mis ojos ven, miran y observan cada día.
El momento en que vi las nubes en espiral, las respiré y las sentí, y supe que el momento había llegado.

martes, 19 de enero de 2010

La historia de mi cuerpo

Anoche un relámpago imaginario me despertó. En un segundo estaba con los ojos abiertos, como un búho, alerta, consciente. Daba vueltas en la cama, inquieta, acalorada, después con frío, con ansiedad, y entonces decidí visitarte. No fueron mas que tres muros los que tuve que cruzar. Llegué tu cama, y estabas exactamente como te imaginaba: dormido sobre tu lado izquierdo, profundamente dormido. No quise despertarte, pero lo hice cuando me acomodé detrás de tu espalda. Entonces despertaste y me miraste con esas avellanas que tienes por ojos. Sonreíste. Mi corazón empezó a latir, y te dije: "Te voy a platicar la historia de mi cuerpo..."

Tomé tus dedos y los pasé por mi cara. Te enseñé las líneas y las pecas. Te platiqué que eran resultado de todas mis sonrisas, de todos mis soles, de muchas alegrías, de demasiadas carcajadas. De muchas caras de asombro, las besaste, las probaste, y te supieron a mar, a agua dulce, a leche con chocolate las pecas, mi boca te supo a fresas y a azúcar. Bajaste los labios besando mi cuello, haciéndome reir mientras llegabas a la clavícula que sabía a pan tostado. Menos pecas, menos chispas de chocolate. Tocaste mis hombros, los besaste, sonreíste. Te supieron, igual que mis brazos, a agua de alberca y a almendras. Te dije entonces que habías adivinado. Lo que mas me gusta hacer cuando nado en las mañanas, son brazadas: sentir cómo jalo el agua y estiro completamente y giro totalmente los hombros. Mi espalda te supo a muchas marcas de traje de baño tatuadas en ella: el de tirante grande, el de las equis, el bikini del fin de semana con el que trato de emparejar los capuchinos ligeros, medios y cargados que te supieron allí.
Volteaste mi cuerpo y viste las líneas de mi pecho. Te platiqué la historia de cómo me pesaban y que decidí entrar un día en un hospital para que me quitaran los males que me aquejaban. Probaste el sabor de las líneas, y no te supieron a nada. Probaste mis pechos, y te supieron a toronjas rosadas, y mis pezones te supieron a vino blanco y a estrellas. Seguiste mas abajo. Las costillas te supieron a suspiros y a auroras boreales, y después colocaste tu mano abierta sobre mi abdomen. Ni tu no yo hablamos. Nos quedamos viendo. Sentiste mis respiraciones, sentiste los latidos de mi corazón. Sentiste mis deseos, mis pasiones, mis alegrías, mis tristezas, mis intereses, mis amores y mis no amores. Quisiste meter el meñique en mi ombligo para sentirlo y no pudiste, entonces metiste la punta de la lengua y el sabor era el mango mas dulce que hubieras probado jamás. Te supo también a Irlanda, te supo a Oaxaca, a chocolate y a mole. Te dije que si, a eso debía saberte, a mis raíces.

Llegando a la barriga, te conté de sus rayas. Cuando mis hijos estuvieron allí dentro, ellos pateaban balones, los botaban y los lanzaban. Yo les decía que a mi me gustaban las patadas en el agua, nadando, pero ellos me contestaban: -No mami, a nosotros nos gustan los balones-, y seguían pateandolos y creciendo descomunalmente en mi barriga. Hasta que las patadas y los niños no cabían mas, y empezaron a romper mi barriga. Tocaste las rayas con los dedos y te olieron a balones, a niños, a partidos, a medallas, a trofeos, a lágrimas por derrotas y a lágrimas por felicidades...

Tus ojos se posaron entre mis piernas. Te dije: “sabe a higo, a miel, a estrellas, a infinito, a universo, a cometas, a lo que nunca te has imaginado”. Sonreíste y me dijiste que eso lo probarías cuando estuviéramos en un sueño pero despiertos.

Mis piernas te supieron a almendras también. Y entonces te platiqué la historia de cuando era chiquita y mi mamá después de bañarnos nos ponía crema de almendras en todo el cuerpo, la crema tenía trocitos picados de almendra, se llamaba Crema de Ibañez, y nos decía: “Me lo van a agradecer cuando sean grandes y les digan que tienen piel suave como leche de almendras”.
Te platiqué de los años que me dolió el muslo izquierdo por mi caída en bicicleta en la que creí que me iba a morir, entonces lo probaste y te supo a todo lo que me pasó: la bajada en la que se me atoraron los dedos y no pude frenar la bici de mi primo. Te supo a mis diecisiete años, a mi felicidad de ese verano en Irlanda, te supo a los gritos de mi prima que venía detrás y veía que me iba a estrellar. Te supo a la carretera con el tractor que venía cruzando, te supo a los niños que vieron como me estrellaba con la barda que saltaba dejando la bici atrás. Te supo a lo que ví por unos instantes: el paisaje verde, el castillo derruido en el fondo, al mar, al aire frío de verano, a mi miedo ahora a salir en bici sola a la calle, a mi miedo a que no sirvan los frenos en la bajada de la casa...Mis rodillas te supieron a tierra mojada, a veranos, a agua, a fogatas, a arena de mar, a lágrimas por la cicatriz que tengo que me hice a los diez años que no me dolió tanto como el haber tenido que dejar de nadar por ¿dos días, una semana, un mes? No lo sé, para mi fué una eternidad...

Mis pantorrillas te supieron a tacones, a medias cuando las usaba, a lunares extraños, a pasos fuertes, a decisiones, y mis pies: esos te dije no se tocaban por que me ponía muy ansiosa...

Entonces me dijiste: vete a dormir. Duerme sobre tu lado derecho, yo dormiré sobre mi lado izquierdo, y así nos estaremos viendo toda la noche...

Esa fué la historia de mi cuerpo...cuando te la conté anoche...