
Pasaron tres meses.
Y hoy a las 7:10pm, me dijo la recepcionista: "¿veinte de septiembre a las 7:00pm?"
Me reí y le contesté: "si sigo viva, aquí nos veremos"...
Y así pasa ahora cada tres meses que voy a la depilación definitiva.
Anoto la nueva fecha en mi agenda, en esas hojas lejanas del listón rojo que separa la semana actual.
Y me acuerdo de ese día en La Guadalupana tomando unos vodkas mandarin no tan pretenciosos como con Monsieur Cluny con Ramón y mis amigas, que venía saliendo de la cita que dura cuando mucho tres minutos (mas tardo en llegar, desvestirme, ponerme los lentes espantosos para que el laser no me lastime los ojos, el riguroso chit-chat con la mujer depiladora que me dice siempre: vienes estresada o estás hormonal, por eso te duele...), y les decía en medio de risas...
"¿qué pasará en tres meses, para mi siguiente cita?, es como para escribir una historia trimestral de mi vida"
Hoy, medio tenía ganas de llorar, y pensé en aprovechar el pinche dolor del laser que duele mas que hacerte un tatuaje y soltarme como Magdalena...
Solo retorcí piernas y axilas en lo que me hacían el chingao brazilian bikini, y las axilas...
Y el bigote.
Ese nunca me lo pudieron depilar. Entre las pecas se esconde y "el laser no lo registra".
Así que ahora, hoy, sé qué ha pasado los tres últimos meses...
¿qué pasará para el veinte de septiembre?
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