Pues si.
Ahí me quedé parada el domingo para salir.
A pie de carretera, en un silencio selvático solamente interrumpido por una música que no venía de tan lejos.
Dos perros a media carretera.
La música venía de un templo, -protestante como todo en Chiapas-, que yo no podía ver.
Sentí como si estuviera detenida en la dimensión desconocida.
Suspendida en medio del tiempo, en medio de un cruce de carretera donde la combi se detiene porque hay un tope y te pregunta el chofer "¿a dónde va?"
Mientras la estación de policía está vacía, y los perros se pasan de un lado a otro de la carretera, sin inmutarse por esa música que parece que toca para nadie en medio de la nada...
Esta es la perfecta definición de la dimensión desconocida.
Lástima que solo los perros y yo estuvimos allí.
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