
Fue ese momento esperado, al que no le pusimos nombre, que sigue sin nombre, y que llegó.
Y ahora solo hay que cuidar el no pasar la delgada y peligrosa línea.
A esa, a la que tu y yo, le tenemos miedo y no lo decimos.
Esa línea a la que llegas en un parpadear, en un voltear, en un respirar, sin darte cuenta.
Por mas que trates, pongas tu energía entera para no hacerlo, es algo que no puedes controlar.
Aunque tu quieras controlar el mundo entero.
El sentir no se controla.
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